La crisis económica y los cambios en el mercado laboral que se han gestado en España, en los últimos años, han hecho crecer significativamente el número de personas decididas a ganarse la vida de manera autónoma. Se trata, sin embargo, de un emprendimiento nacido de la necesidad, más que de la vocación, y motivado por el alto nivel de desempleo y las dificultades para encontrar un trabajo suficientemente atractivo por cuenta ajena. Esta situación se ha puesto de manifiesto en el último informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor), en el que se mencionan algunas de las ventajas e inconvenientes que esta tendencia puede comportar para el país a medio y largo plazo.
Pero, antes de entrar en materia, cabe destacar una de las estadísticas reveladoras que se desprenden de este documento: entre más de 24.000 entrevistados, en 2014, casi un 30% de ellos confesó haberse convertido en emprendedor, a falta de una opción mejor. En 2009, en cambio, este porcentaje no llegaba ni al 15%, con lo cual esta cifra se ha llegado a duplicar en tan solo seis años. El grupo de autónomos por necesidad cuenta, de hecho, con toda una serie de características comunes que permiten construir un perfil tipo de gran importancia a la hora de tratar de comprender el porqué de este fenómeno que tanto preocupa a los expertos.
Características de los negocios surgidos de la necesidad vs los autónomos que sí quieren serlo
Por lo general, los empresarios surgidos durante la crisis son hombres con una media de edad de cuarenta años. Esta media de edad es algo más elevada que la que tienen los emprendedores vocacionales cuando deciden iniciar un proyecto. Ello significa que, en la mayor parte de los casos, los primeros cuentan con una trayectoria laboral más extensa. La experiencia es, por tanto, una de sus principales ventajas a la hora de poseer y gestionar un negocio.
Pero aquí viene la otra cara de la moneda. El capital semilla con el que inician es bastante reducido, ya que apenas supera los 70.000 euros. Por otro lado, no poseen un nivel de estudios superiores y de postgrado tan elevado como los emprendedores de oportunidad y sus rentas tienden a ser mucho más bajas.
Normalmente, son personas con menos tolerancia al fracaso y mayor aversión al riesgo, debido a que se han visto abocadas a invertir los escasos recursos con los que contaban (producto del ahorro, el paro o alguna indemnización) para poder dar el paso de independizarse laboralmente. Al tener menos margen de error, son más cautas cuando se trata de tomar decisiones, lo que, a la larga, puede llevarles a un estancamiento en su actividad.
Las empresas bajo su cargo suelen ser de pequeño tamaño y, casi siempre, de tipo unipersonal, es decir, que no cuentan con más de un empleado. Al ser concebidas como una alternativa de corto plazo para superar una coyuntura adversa, también son menos sostenibles a futuro, pues su visión no parte de la voluntad de perdurar. Por último, la ausencia de vocación empresarial y formación específica se hace patente en la falta de habilidades propias del emprendedor por necesidad. Ante estas circunstancias, es inevitable preguntarse: ¿qué medidas ha tomado y qué hace, actualmente, la Administración Pública española al respecto?
Tarifa Plana de la Seguridad Social y otras ayudas para emprendedores
Consciente de la situación, desde hace más de dos años, el gobierno español ha desarrollado medidas que buscan favorecer el acceso al autoempleo y la proliferación de pequeñas y medianas empresas (PYMES), a través de diferentes subvenciones, ayudas de formación y otras bonificaciones, enmarcadas dentro de una nueva ley de emprendedores formulada en 2013. Entre estas iniciativas, destaca la llamada tarifa plana Ssocial, que consiste en el pago de una cuota mensual reducida a la Seguridad Social, la cual se aplica durante los primeros meses como trabajador autónomo.
Este incentivo, que en un primer momento se pensó únicamente para los menores de treinta años, puede solicitarse ahora sin importar la edad, siempre y cuando no se haya estado dado de alta en los cinco años anteriores. En ese caso, permite disfrutar durante los primeros seis meses de una reducción del 80%, con respecto a la cuota normal de más de 264 euros, que queda, de este modo, en 55,78. Entre los siete y doce meses siguientes, la rebaja pasa a ser del 50% (pagos de 134,06 euros) y; finalmente, de un 30%, hasta cumplir los 18 o 30 meses (186,25 euros).
En esta misma línea de apoyo a las nuevas empresas, en enero, se abrieron también un buen número de convocatorias para solicitar diversas becas y subvenciones económicas para diferentes sectores de actividad. En el ámbito del turismo, por ejemplo, se cuenta con los programas Emprendetur, Emprendetur I+D+i y Emprendetur Internacionalización (este último busca beneficiar a los negocios creados en España, con un índice de exportación inferior al 40% y que deseen salir al exterior). Aunque estos son algunos de los recursos más relevantes, no son los únicos que ofrece el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
Esta cartera también cuenta con incentivos para la renovación de vehículos y préstamos para la rehabilitación energética de edificios. Por otra parte, para los emprendedores centrados en la innovación tecnológica o el comercio interior, hay líneas específicas del Instituto de Crédito Oficial (ICO) que proveen financiamiento para el desarrollo de proyectos, especialmente, en beneficio del emprendedor más joven. Esta entidad está adscrita al Ministerio de Economía y Competitividad y funciona como un banco público.
La lista podría seguir durante varios párrafos más, pero lo que merece la pena resaltar es que, aunque la Administración Pública sí ha dado algunos pasos para promover el surgimiento de nuevas empresas y emprendedores como una alternativa al desempleo y a la precariedad laboral, la realidad es que no ha apostado tanto por la continuidad de estas iniciativas, con medidas que garanticen tanto su supervivencia como su crecimiento.
Los problemas de financiación siguen siendo la principal causa de cierres de "startups" en el país y, según el 82,9% de los encuestados en el informe GEM, que se ha mencionado inicialmente, la falta de apoyo financiero es el principal obstáculo que dificulta la actividad emprendedora, a diferencia de lo que ocurre en otros países europeos, como Francia, Alemania o Gran Bretaña, donde el coste de ser trabajador autónomo es, para empezar, mucho menor.
Perspectivas de futuro ante los riesgos que entraña esta “burbuja” de emprendimiento
Llegados a este punto hay que empezar por plantearse qué sucederá cuando los nuevos autónomos, que cuentan con poco margen de beneficio, dejen de estar favorecidos por las tarifas planas de la Seguridad Social o se queden sin las ayudas estatales de las que dependen para poder seguir adelante con su negocio. Y es que, según los expertos en economía, actualmente se está experimentando una especie de "burbuja" de emprendimiento que podría pincharse de un momento a otro.
Los riesgos que ello entraña para la economía nacional son altos. Se parte de que la innovación y el impulso de nuevas iniciativas y proyectos son esenciales para el desarrollo una sociedad moderna y sostenible. Sin embargo, resulta evidente que las características que definen al emprendedor por necesidad y la manera en la que se han enfocado las ayudas públicas hacen que las nuevas pymes no tengan una buena perspectiva de crecimiento. Ello puede conllevar una nueva crisis que desestabilice el sistema.
De hecho, agregan los expertos, muchas de las iniciativas de negocio surgidas recientemente tienen menos probabilidades de sobrevivir más allá de cinco años, en comparación con los proyectos nacidos desde otra coyuntura y con un plan de negocios estratégicamente definido.
En este sentido, es más difícil que las nuevas pymes puedan llegar a consolidarse, pues sus recursos limitados hacen que sean, como se ha visto, mucho más pequeñas y con pocos trabajadores, lo que frena su ímpetu a la hora de poderse expandir internacionalmente. Su apuesta por la innovación, en consecuencia, suele ser más bien tímido, algo que termina afectando a la competitividad de estas empresas.
Ante esta situación, el futuro se presenta incierto, aunque lo más probable es que, con el tiempo, muchos de estos nuevos emprendedores dejen de serlo: bien por haber fracasado, al no haber sabido enfocar o gestionar su propuesta empresarial; bien por haber encontrado una mejor opción de empleo que les haga volver a ser trabajadores dependientes. Para poder amortiguar las consecuencias que ello pueda comportar, el Estado tiene aún un largo camino que recorrer, que pasa por reconducir muchas de sus políticas públicas relacionadas con el emprendimiento.
La recomendación del GEM, con la que va a concluir este post, es que es de vital importancia el reforzamiento de los valores, percepciones y aptitudes de la población, a través de una buena formación que mejore la cultura de emprendimiento para entender que convertirse en trabajador autónomo y apostar por un proyecto innovador es una forma de vida que va mucho más allá de la simple generación de empleo o la gestión de una empresa.