La consideración del espacio urbano como ecosistema artificial no es una idea nueva, presentándose formalmente en 1973 en el programa Man and Biosphere de la UNESCO. Efectivamente la ciudad constituye un complejo grupo de interacciones donde se consume una ingente cantidad de recursos materiales y se generan tanto residuos, como emisiones de gases de todo tipo, incluidos los GEI y vertidos. Como contrapartida la ciudad constituye un espacio amable que provee básicamente infraestructuras y servicios de todo tipo a sus habitantes.
La tecnología constituye un soporte básico que aporta soluciones cada vez más inteligentes a muchos de los ámbitos de la gestión de las ciudades, como el transporte, la accesibilidad, las comunicaciones o la sanidad. La misma es decisiva para la sostenibilidad urbana en aspectos como la optimización del gasto de recursos y la minimización del impacto provocado por las actividades humanas.
En relación a la gestión integral del agua, resulta obvio que la ciudad supone el consumo de un bien escaso que procederá, generalmente, de ecosistemas naturales (embalses) y que deberá ser devuelto al dominio público hidráulico en las mejores condiciones posibles. Sin embargo, la gestión del agua, puede suponer una oportunidad además para llevar a cabo un uso eficiente de la energía implicada, la minimización de las emisiones provocadas o la valoración de los distintos residuos generados en los distintos procesos de potabilización o depuración, necesarios en todo caso.
Repasemos a continuación algunas posibilidades en esta línea:
En relación a la captación del agua, que generalmente se llevará a cabo mediante la infraestructura hidráulica conocida como embalse, siempre que sea posible puede tratarse de construir paralelamente centrales hidroeléctricas que permitan el aprovechamiento energético del caudal.
Por otro lado, es esencial el mantenimiento de la infraestructura de distribución, incluidas las redes, y depósitos, en un estado óptimo y a poder ser acompañado de medidas de control por teledetección para poder identificar y atajar cualquier tipo de pérdida de agua.
Con respecto a las redes de recogida de aguas sanitarias y pluviales debe disponerse de un adecuado sistema de canalizaciones que reconduzcan, sin pérdidas las aguas residuales y pluviales contaminadas hasta las instalaciones depuradoras, debiendo disponerse además de apropiadas estaciones de bombeo que puedan aliviar el exceso de agua en caso de tormentas o lluvias torrenciales y prevengan las inundaciones. Complementariamente deberán ejecutarse programas de limpieza de imbornales y de las propias redes de saneamiento.
En relación a las operaciones de saneamiento es interesante disponer de una adecuada red de estaciones depuradoras de aguas residuales que permitan, cuando sea posible la reutilización de agua de uso doméstico e industrial para nuevos fines (como el riego de determinadas zonas o la refrigeración de equipos de uso industrial), y cuando no, su vertido en las mejores condiciones posibles. La depuración de aguas es un proceso que genera gran cantidad de lodos de depuración. Estos lodos convenientemente tratados para la eliminación de patógenos y degradación de moléculas orgánicas se convierten en un material orgánico con alto contenidos en nutrientes (C y N) que puede contribuir de manera decisiva a la mejora de la calidad de los suelos. Por otro lado, dado que un importante porcentaje del consumo energético, asociado a las emisiones GEI, se produce en las operaciones de saneamiento es interesante equilibrar este consumo con la producción energética gracias al biogás obtenido en los lodos generados en el proceso depurador
Finalmente se destaca otra medida que es esencial en cualquier medida de carácter ambiental que se desee implantar de manera eficaz y especialmente en el caso del entorno urbano dada la importante densidad de población, característica del mismo, que son las medidas de concienciación ciudadana y aquellas dirigidas a la comunicad educativa, traducidas en actividades de divulgación de buenas prácticas orientadas tanto a la minimización en el consumo como la minimización de la contaminación del agua sanitaria para facilitar su posterior depuración. A ello pueden contribuir tanto los medios de comunicación al uso, como las redes sociales.