Inteligencia emocional y éxito financiero: ¿Cómo se relacionan?

Inteligencia emocional y éxito financiero: ¿Cómo se relacionan?
Las emociones pueden afectar de manera negativa las finanzas personales. Tomar conciencia del presupuesto y los gastos llevan al éxito económico

Cada persona es libre de usar su dinero como mejor le parezca. Sin embargo, no siempre el uso que se le da a las finanzas es el adecuado y muchas veces (independientemente del éxito económico y el ingreso particular) lleva a situaciones extremas de quiebra o deudas.

La manera en que se manejan las emociones con respecto al uso del dinero determina la estabilidad financiera de la persona y la familia. Hacer un uso consciente de los recursos económicos puede ayudar o no a tener una mejor calidad de vida y ahorros para enfrentar contingencias.

No es necesario contener los sentimientos al darse un gusto o comprar algo. Es obvio que la toma de decisiones financieras exige una consideración cuidadosa y reflexiva de la información de que se dispone.

Pero, esto no quiere decir que, en ocasiones, las decisiones más acertadas sean las que se toman considerando las emociones, los sentimientos, la percepción o la intuición.

En realidad, sin las emociones que permiten calificar una elección como "buena" o "mala", no es posible ser capaces de sopesar todos los beneficios e inconvenientes de una alternativa frente a otra.

Aunque las partes del cerebro que controlan el razonamiento no están afectadas, las personas con lesiones en las secciones que controlan las emociones son incapaces de sacar conclusiones lógicas. Esto, por supuesto son casos extremos de enfermedades mentales.

No obstante, las personas comunes y sin diagnósticos psiquiátricos pueden ver afectadas sus finanzas por comportamientos primarios en los cuales no involucran la inteligencia emocional. Se debe deshojar la margarita para entender mejor este punto.

¿Qué es la inteligencia emocional?

La potestad de las personas para sentir, entender lo que sienten, encargarse de lo que experimentan y ajustar las propias emociones y/o sentimientos, además de asumir o ser conscientes de lo que experimentan los demás es lo que se llama la inteligencia emocional.

Una persona con inteligencia emocional es capaz de controlar bien sus emociones para que sus interacciones con los demás y su relación consigo mismo sean fructíferas.

Muchos psicólogos ya habían señalado la insuficiencia de las capacidades cognitivas y de razonamiento como únicas medidas de la inteligencia hace décadas, la idea cobró fuerza por primera vez en el año 1983, cuando el psicólogo Howard Gardner arrojó la idea de que las pruebas de CI eran inadecuadas o insuficientes para medir la inteligencia de una persona con respecto a la sociedad o un contexto en particular.

A partir de ahí es cuando surgen los dos tipos o conceptos fundamentales de inteligencia emocional:

 

 

La inteligencia interpersonal

Sugiere tener un conocimiento de los sentimientos de los demás y ser capaz de responder en función de cómo se sienten las personas alrededor.

La inteligencia intrapersonal

Supone ser capaz de reconocer y comprender las propias emociones, tenerlas en cuenta a la hora de tomar decisiones y controlar en función de las determinadas circunstancias.

El psicólogo Daniel Goleman, es uno de los académicos que contribuyó a la difusión científica de la idea entre el público en general. Partiendo de algunas de sus ideas o planteamientos se promovió e impulsó todo tipo de seminarios, conferencias, talleres y educación mediante diversos cursos sobre el aprendizaje de la inteligencia emocional.

Estos bosquejos o ideas pronto adquirieron una forma más científica a partir del estudio del cerebro humano y sus respuestas y rápidamente ganaron popularidad en la sociedad y, principalmente, en el ámbito de la psicología empresarial.

Esto se dio en virtud de que se pudo ofrecer técnicas y herramientas para mejorar las relaciones interpersonales ligadas al concepto de éxito empresarial, manejo oportuno y fructífero del dinero personal y en el ámbito de los negocios y determinó que los impulsos y comportamientos no pensados o no sustentados en análisis de los contextos podían llevar a la quiebra a organizaciones o particulares.

La popularidad del concepto también llevó a la creación de un gran número de test diseñados para medir, calcular y comparar la inteligencia emocional de los individuos con respecto a un todo, contexto o sociedad.

Sin embargo, muchos de estos test carecen de fundamento científico porque los rasgos afectivos y sentimentales son difíciles de cuantificar.

¿Cómo impactan las emociones en el uso de las finanzas?

Es un grave error muy común creer que los únicos factores que afectan a las finanzas son la razón y la lógica. Por el contrario, las emociones y sentimientos a lo largo de la vida o en un momento determinado, desempeñan un papel aún mayor y más potente en el manejo del dinero.

Las emociones tienen el potencial de ser los peores enemigos o las grandes aliadas cuando se trata de decisiones financieras. Por tanto, es importante aprender a controlarlas y convertirlas usarlas como decisiones acertadas y bien informadas.

Estas son las emociones que pueden hacer la diferencia entre el éxito financiero personal o el fracaso:

La felicidad

Es aceptable sentirse contento con los ingresos cuando estos satisfacen las necesidades básicas y permiten ciertos lujos.

De hecho, es uno de los componentes de la pirámide de Maslow . Esta teoría sostiene que cubiertas las necesidades básicas y de seguridad y protección se comienza a buscar la satisfacción de las necesidades sociales de autorrealización.

 Al alcanzar todos los escalones se puede pensar que nada puede cambiar esta condición financiera actual de bienestar. Pero, ni las sociedades ni la economía son factores inamovibles o estáticos, sino que están siempre en evolución y movimiento.

Es entonces cuando existe un riesgo, ya que se pueden aumentar los gastos sin tener en cuenta el largo plazo o las situaciones externas como catástrofes naturales, enfermedades que requieren tratamientos costosos, guerras o malas inversiones personales en un negocio que fracasa, etc.

La inteligencia emocional, por tanto, ayuda a la autosatisfacción o autorrealización, pero deja margen al ahorro de dinero y a la inversión en un fondo de emergencia para todo tipo de contingencias.

De este modo, se podrá estar preparado para otras ocasiones más imprevisibles y menos alegres como las mencionadas u otras que escapan de las manos.

Depresión o tristeza

Cuando se está deprimido, triste y/o ansioso no es de extrañar que para subir el ánimo se hagan gastos o compras para ahogar las penas, lo que puede conllevar a que la persona se lamente una vez superada la situación frustrante.

Esto es lo que se conoce en psicología como sublimación y no es más que recurrir a algo para bloquear un sentimiento de rabia, tristeza o frustración.

En esos momentos, es importante tener en cuenta que la felicidad es una elección que se tiene que hacer en la vida y no algo que se puedas encontrar en las cosas.

Un ejemplo sería un divorcio. Causa duelo, tristeza, ira o frustración y se planea un viaje a las Islas Fiji para olvidar las penas. Se hace el cargo a la tarjeta de crédito, pero, una vez de nuevo en casa, se descubre que no se puede asumir los pagos porque el presupuesto mensual no lo permite.

Rabia o enojo

Esta emoción puede hacer que una persona se sienta completamente fuera de control con el dinero.

Para convencer a alguien de que se tenía razón, existe la posibilidad de contraer deudas por rabia, pero después se sentirá culpa por ello.

Siempre hay que evitar tomar decisiones cuando se esté enfadado, ya que esta emoción merma la capacidad de pensar racionalmente.

En episodios de ira es mejor espera para estar tranquilo para poder ver la realidad con la cabeza fría. Esto es substancialmente importante si se trata de finanzas o gastar dinero.

Miedo

El temor es un sentimiento irracional y puede afectar a todos los humanos. La inteligencia emocional no significa no sentir miedo. Quiere decir experimentarlo, pero que este no se apodere de las decisiones que se toman en la vida.

En cuanto al dinero, el miedo puede ser el peor enemigo. Hay que aprender a dejar de lado el dinero y entender que no es más que una herramienta para hacer la vida más sencilla y no un reflejo de quién se es realmente.

El mundo no se acaba si ocasionalmente se obtienen malos resultados en las finanzas o inversiones. Esto es algo factible que puede suceder a cualquiera en algún momento o en determinadas etapas de la vida.

La inteligencia emocional es gestionar ese temor, superar el miedo a fracasar y hacer uso racional de los recursos económicos.

Celos

El afán de los seres humanos por las pertenencias materiales propias y de quienes están alrededor, pueden llegar a cegar la razón y gastar el dinero en cosas que pueden pesar luego en la conciencia.

El móvil de última generación del jefe, la TV inteligente o el coche del vecino, las reformas de la casa del cuñado y mucho más que involucra pertenecías que son sinónimo de estatus social son los perores enemigos de las finanzas.

La tecnología, la ropa y el calzado de marca, la cantidad de objetos que inundan el mercado son ejemplo del efecto social de animar a las personas a gastar en exceso y dejarlas endeudadas, lo que podría dar lugar a problemas mayores en el futido.

Al usar la inteligencia emocional hay que preguntarse a sí mismo ¿Soy consciente de lo que quiero? ¿Necesito realmente esa Smart tv (móvil, zapato, coche, ropa, etc.)? ¿Se está en capacidad de asumir presupuestariamente un gasto por vanidad de tener un coche nuevo como el del vecino?

Este sentimiento, sin embargo, puede transformarse con la inteligencia emocional dejando la irracionalidad de lado y convirtiendo los celos negativos en algo más positivo: no está mal querer el coche, la tv, la ropa el móvil. A esto es lo que se le llama autocontrol.

Por eso, hay que trazarse nuevas metas para tener eso (no por imitar al vecino o jefe) sino por calidad de vida y logrando los recursos económicos adicionales con nuevos proyectos sin que implique la deuda o la ruina.

Desidia o pereza

La actitud negativa de creer que gestionar las finanzas es demasiado difícil para hacerlo o posponer la necesidad de obtener los conocimientos básicos para hacerlo es una manera en que las emociones afectan la situación económica de las personas.

Algunas personas consideran que hablar de números y cuentas es un tema difícil y pierden rápidamente el interés.

Para unas finanzas personales sólidas y la creación de riqueza, es crucial adquirir una comprensión básica del dinero. No se requiere ser un experto contador, pero sí instruirse sobre los conocimientos básicos para tomar decisiones apropiadas.

La riqueza y el bienestar financiero se verán afectados si no se mantienen las finanzas en orden. Lo recomendable es reservar un tiempo cada mes para ceñirse a un presupuesto. Esto ayudará a gestionar el dinero de forma más eficaz y también a alcanzar los objetivos.

Estrategias para usar la inteligencia emocional en las finanzas

Si bien los humanos son humanos y siempre habrá sentimientos que afecten todo en la vida. Se puede ser un poco más inteligente a la hora de usar las finanzas. No hay que estar siempre con ansiedad por esto, pero si tomar estos consejos que dan los expertos:

Elaborar un presupuesto

Saber cuánto se gasta al mes y en qué se gasta el dinero es algo primordial para no hacer un desastre en las finanzas personales.

Se debe clasificar o estratificar los gastos del presupuesto. Hay que comenzar por los más cruciales o fijos y concluir con los menos críticos. Es decir, los que se pueden sustituir o eliminar.

Después de completar esta etapa, se tendrá una comprensión más clara de cómo se está utilizando el dinero y se podrá identificar cualquier pequeña fuga que afectan la seguridad financiera.

Gastar menos de lo que se gana

Ahorrar, según el proverbio popular, también implica saber cómo gastar. Se notará la diferencia si se vive de acuerdo con este precepto.

Gastar más dinero del que se tiene o puede permitirse es, concretamente, uno de los errores más frecuentes que comete la gente al gestionar sus finanzas.

Las tarjetas de crédito y las compras impulsivas son un claro recordatorio de la frecuencia con la que las personas gastan por encima de sus posibilidades económicas.

Antes de hacer cualquier compra, se debe considerar si son realmente necesarias, qué ventajas aportarán y cómo se puede ganar dinero con ellas. Es decir, hay que tener autocontrol de lo que se adquiere.

Pagar las deudas

Pagar todas las facturas debe ser lo primero si se quiere empezar a ahorrar e invertir el dinero. Cuando se debe dinero, la capacidad para ahorrarlo e invertirlo pone en riesgo los ingresos futuros.

Se deben pagar las deudas de forma prioritaria. Para ello conviene hacer un recuento de todas ellas y pagarlas.

Hay que estratificar la importancia de estas y dar prioridades. Si se cuenta con un presupuesto claro, esto no será difícil ya que los gastos usuales e imprevistos pueden estar contemplados en este.

Invertir y ahorrar

Gastar todo lo que se gana es una manera evidente de que no se está usando la inteligencia emocional en las finanzas. Tomar un poco cada mes para invertirlo en algún negocio, bienes raíces, bonos u otros activos o ahorrar con un plan claro es tener el futuro asegurado.

Tener un bien, ya sean activos muebles o inmuebles o ahorros en el banco garantiza que se puede cubrir un imprevisto o cumplir el sueño de comprar algo que siempre se ha deseado sin caer en la banca rota.

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