Las anclas de Schein empujan tu carrera

Las anclas de Schein empujan tu carrera
Anclas de la motivación de Edgard Schein para comprender el talento como un bien personal y único.

Una persona no puede comprenderse únicamente por su currículum, existe algo mucho más profundo y significativo: su personalidad. Es decir, cada ser humano tiene sus propias expectativas y sueños profesionales que surgen con una motivación importante a partir de las propias preferencias personales.

La teoría de las Anclas de Carrera de Schein pone de manifiesto cómo cada ser humano tiene su propio autoconcepto en relación con su talento, ética personal, habilidades y prioridades en el desarrollo de la carrera profesional. Cada persona visualiza un modelo de felicidad diferente.

Un ser humano tiene un buen anclaje, es decir, tienes raíces sólidas, cuando ha conseguido alinear sus sueños profesionales en la realidad de su puesto de empleo. O sea, ha conseguido materializar sus expectativas previas en el entorno presente. Esto supone una extraordinaria inversión en bienestar psicológico, puesto que la principal frustración nace de la oposición entre las metas previas y la aparente imposibilidad de ponerlas en práctica.

Conviene puntualizar que, en muchos momentos, son las propias personas quienes por tomar decisiones equivocadas van en contra de su propio talento interior. Así ocurre, por ejemplo, cuando un estudiante que tiene vocación humanista decide estudiar una formación de ciencias por el prejuicio de creer que este sector ofrece mejores opciones de trabajo.

Cada ser humano tiene un ancla elemental que determina una orientación determinada, una dirección a seguir entre las ocho que se describen a continuación. El adecuado desarrollo de esta carrera es vital para unir éxito profesional y satisfacción en la vida.

Ocho anclas de Schein para comprender el talento

  • El ancla de la competencia técnica es propio de personas que dedican gran parte de su tiempo a formarse para alcanzar la máxima especialización con la que posicionarse como expertos indispensables para las organizaciones. Esta competencia, también llamada funcional, muestra el perfil de un profesional que tiene vocación por aquello que hace y cuya prioridad no es dirigir un equipo de trabajo, sino ofrecer su servicio como un valor diferencial para una empresa. Es decir, el profesional obtiene una importante fuente de autoestima a partir de su trabajo de calidad. Y encuentra en la especialización adquirida una alta seguridad en sí mismo para destacar frente a la competencia directa.
  • El ancla de la competencia directiva muestra el perfil psicológico de personas que se posicionan cómodamente cómo líderes de un equipo, destacan en positivo en este rol de mando. La gestión del talento es inherente a esta vocación personal propia de quienes convierten el carisma en un motor de dirección externa para guiar a un grupo humano hacia un objetivo de superación. Aquellos profesionales que tienen una orientación hacia esta dirección profesional disfrutan de las relaciones interpersonales como un valor inherente al éxito. Destacan por algunas habilidades esenciales, como comunicación asertiva, técnicas de negociación, habilidades de oratoria para hablar en público y solución de conflictos. El líder es, además, un mentor de conocimiento, puesto que a través de su ejemplo ofrece valores sólidos.
  • El ancla de la autonomía o independencia es propio de personas que, por su modo de ser, aspiran a tener un trabajo en el que la libertad sea una premisa esencial en el ejercicio de sus funciones. Un emprendedor que sueña con llevar a cabo su propia idea de negocio y ser su propio jefe es un ejemplo de persona a la que no le gusta estar sometida constantemente al dictado de otra autoridad, sino poder poner en práctica el criterio propio. En este contexto también se enmarca el caso de aquellas personas que, actualmente, disfrutan del teletrabajo como un valor que aporta la libertad de disfrutar del hogar incluso en horario de oficina. Así como una metodología de trabajo que aporta independencia en la gestión del tiempo al priorizar el modelo de trabajo por objetivos. Para una persona que tiene esta orientación interna no existe mayor motivo de sufrimiento que hacer un trabajo en el que no hay espacio para la toma de decisiones propias.
  • El ancla de la seguridad o la estabilidad hace referencia a la proyección de futuro que realiza aquel profesional a quien le gusta visualizarse desde el presente con un plan de mañana que le aporta tranquilidad para su estilo de vida. Por ejemplo, muchas personas se preparan para conseguir plaza en una oposición con el fin de lograr una estabilidad para toda la vida. Otras desarrollan una alta dedicación hacia su empresa, no valoran un cambio de empleo. Esta seguridad laboral conecta con la estabilidad psicológica que experimenta aquel que siente que tiene las condiciones ideales para poder hacer planes de futuro cuando consigue este objetivo deseado. Personas que observan la falta de estabilidad profesional como un foco constante de estrés, sufrimiento y ansiedad.
  • El ancla del servicio o la dedicación hace referencia a aquellos profesionales que quieren mejorar el mundo a través de su trabajo, personas comprometidas con el tiempo que les ha tocado vivir que tienen un alto sentido de los ideales y son fieles a esta ética personal que busca la excelencia en el obrar. Así, una persona con esta inquietud interior rechazará un empleo que va en contra de su propia ética, porque esta lucha interior agota mentalmente. Los emprendedores sociales que se implican en causas nobles y justas son una clara referencia de servicio y dedicación a la comunidad a través de su tarea.
  • El ancla del puro reto es propio de quienes experimentan la adrenalina de un nuevo objetivo como un estímulo para evolucionar profesionalmente en la dirección deseada. Estas personas se sienten estancadas cuando realizan un empleo rutinario y monótono, muy propio de tareas mecánicas. Su talento y su ingenio se agudizan cuando surge la implicación emocional e intelectual con un nuevo proyecto. Por ejemplo, muchos emprendedores observan cada nueva colaboración con un nuevo cliente como una experiencia totalmente diferente. Este perfil psicológico es propio de personas que, de un modo proactivo, toman la iniciativa de la búsqueda constante para obtener nuevas ideas, abrir otras puertas y salir de la zona de confort por medio de un plan de acción apasionante.
  • El ancla del estilo de vida integrado es habitual en aquellas personas para las que el trabajo es importante, pero no tanto como su familia. Por esta razón buscan un empleo que se ajuste a este estilo de vida. Un trabajo que les permita disfrutar de su hogar y seres queridos, en una constante armonía con el ejercicio de sus funciones profesionales. Esta integración de trabajo y vida es una ecuación que define a la perfección a quienes tienen este tipo de motivación para una existencia en equilibrio de conciliación.
  • El ancla emprendedora es propia de perfiles que tienen una actitud proactiva para ofrecer nuevas soluciones a los clientes a través de una idea original e innovadora. Son personas visionarias, capaces de apostar por una idea en la que creen, asumiendo los riesgos que ello implica desde distintos puntos de vista, por ejemplo, el plano económico. Son personas inquietas y creativas, capaces de encontrar soluciones allí donde otros observan obstáculos. El trabajo es un eje motor muy importante para quienes tienen este talento en su corazón.

Los recursos humanos deben potenciar la felicidad

El departamento de recursos humanos de una empresa debe integrar la teoría de las anclas de la motivación de Edgard Schein en los procesos de selección interna y externa, con el fin de potenciar a cada ser humano en su propia esencia, lo cual es tanto como decir en aquello que puede llegar a ser en el mejor de los escenarios posibles. Por tanto, una empresa puede alimentar el potencial de los trabajadores cuando realmente tiene la empatía para comprender sus inquietudes y su modo de ser. Y esta información va mucho más allá de los datos de la formación y la experiencia práctica reflejada en el currículum y la carta de presentación.

Cuando un trabajador ocupa un puesto que se ajusta a su ideal, rinde al máximo, no sufre estrés en la oficina y se siente afortunado por ese empleo. Por el contrario, por muy buenas que sean las condiciones económicas de un trabajo, si ese puesto no es acorde con lo deseado por el trabajador, el empleado tiene más posibilidades de sufrir el síndrome del quemado en algún momento.

Cada ser humano pasa tanto tiempo de su vida en la oficina que, por esta razón, no solo los trabajadores deben aspirar a su felicidad en horario laboral, sino que, además, las propias empresas deben poner los medios para crear un contexto de autoayuda que potencie a cada ser humano en sus capacidades internas.

Esto solo es posible poniendo los medios para alcanzar este conocimiento personal. Porque un trabajador no es un número más en una empresa, sino alguien con nombre y apellidos, una historia única de vida que debe ponerse en relación con el propio puesto de empleo.

Si cada trabajador tiene la posibilidad de realizar una función que conecta con su ancla de vida, entonces la propia organización se nutre de ese foco de talento inagotable.

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