Un buen aprovechamiento de los residuos orgánicos es clave desde el punto de vista medioambiental debido al alto ritmo de generación de este tipo de desechos. Precisamente, un tratamiento inadecuado del biorresiduo se presenta en la sociedad actual como muy problemático, debido a la señalada gran cantidad de este tipo de residuos que se generan día a día y que acaban en el vertedero.
Según el informe "Situación y potencial de valorización energética directa de residuos (Estudio técnico 2011-2020)", cada español genera un kilo y medio de basura cada día, una ya de por sí alta cantidad, a la que tendríamos que sumar los residuos industriales.
Estos datos nos dan idea de lo relevante que es un tratamiento adecuado de estos desechos frente a su mera acumulación en vertederos, que en la práctica es lo que más se da aún en la actualidad en España, pese a la cada vez mayor concienciación social de lo inadecuado de esta falta de tratamiento.
Así, aunque las normativas europeas empujan a todos los países que forman parte de la Unión Europea (UE) a un aprovechamiento energético de los desechos, la realidad es que, en la actualidad, en España únicamente son tratados para obtener energía de ellos el 10 por ciento de los residuos urbanos. Este porcentaje nos sitúa a la cola de la UE en cuanto a aprovechamiento energético.
Entre las alternativas que existen al tratamiento y posterior aprovechamiento de los biorresiduos es importante destacar lo que se ha dado en denominar valorización energética, que incluye tanto la biodigestión como la incineración.
Sin duda, la gran ventaja de la valorización energética frente a otros métodos consiste en que permite recuperar un porcentaje muy alto de los recursos que contienen los biorresiduos. Así, este proceso permite darle la vuelta a un problema como son los residuos orgánicos y convertirlos en una fuente de obtención de energía.
Desde el punto de vista de la normativa europea (Directiva 2008/98/CE), se entiende como valorización energética todo aquel proceso de empleo de los residuos, bien como combustible o bien como otro tipo de fuente de energía.
Se incluyen aquí las incineradoras, pero únicamente en el caso de que su eficiencia energética sea de, al menos:
- El 0,60% cuando se trate de instalaciones que estén en marcha y autorizadas según la legislación europea previa al 1 de enero de 2009.
- El 0,65% en el caso de incineradoras autorizadas después del 31 de diciembre de 2008.
Los dos procesos que se incluyen en lo que se conoce como valorización energética son:
- Digestión anaeróbica. Se trata de un proceso que consiste en aprovechar la liberación de gases, el biogás, que se produce fruto del tratamiento de los residuos, para usarlos como combustibles. Los biodigestores producen en un reactor anaerobio el biogás, que se emplea posteriormente como combustible en un proceso cuya finalidad es la obtención de energía.
- Cogeneración. Presenta la gran ventaja de que es muy eficiente, ya que permite que se aproveche tanto el calor como la energía mecánica del proceso. Sin embargo, suscita muchas dudas de tipo medioambiental, motivo por el que genera un amplio rechazo social. En el lado contrario, los expertos destacan que puede permitir la práctica la eliminación de vertederos y que con la tecnología ambiental adecuada no tiene que suponer ningún riesgo en este ámbito.
Digestión anaeróbica
Técnicamente, la digestión anaeróbica es un proceso que permite que microorganismos descompongan material biodegradable, los biorresiduos, con la particularidad de que se hace sin la presencia de oxígeno, de ahí el término anaeróbico.
El resultado es que se producen una serie de gases, que varían en función de la composición de los desechos que se traten. Sin embargo, los más habituales son el dióxido de carbono y el metano.
Los digestores anaeróbicos, en los que se realiza este proceso, son los que permiten realizar esta valorización energética de residuos que de otro modo podrían acabar depositados en vertederos, ya que emplean los gases generados como fuente de energía.
Los expertos coinciden en que la digestión anaeróbica ayuda en gran medida a reducir las emisiones al medio ambiente, que contribuyen a crear el tan temido efecto invernadero. Hay determinados parámetros que influyen en una mayor o menor eficiencia del proceso:
- El pH, que debe aproximarse a 0.
- Nutrientes suficientes que aseguren el crecimiento de los microorganismos que participan en el proceso.
- Mínima concentración de tóxicos e inhibidores.
- Una alcalinidad suficiente.
- Valores mínimos de potencial redox.
Cogeneración
Como ya apuntamos, la cogeneración como forma de valorización energética, frente a la gran ventaja que presenta por ser muy eficiente en cuanto a aprovechamiento energético, tiene un gran rechazo social por parte de determinados sectores, que consideran que tiene un alto impacto ambiental.
Vamos a citar ahora las ventajas que apuntan los defensores de la cogeneración:
- La cogeneración permite una creación combinada de electricidad y de calor, lo que permite que se ahorre energía en el proceso. Esta eficiencia redunda en el hecho de que se genere menos dióxido de carbono y se reduzcan las emisiones.
- Las instalaciones de cogeneración están, habitualmente, cerca del consumidor final, hecho que supone que haya menos pérdidas.
- La tecnología que se emplea en la cogeneración permite que entren en el mercado más operadores, lo que a su vez redunda en mayor competitividad.
La cogeneración con biogás, en concreto, es una fórmula de valorización energética del biogás que se produce, fruto del tratamiento de residuos, en vertederos, explotaciones agrícolas y ganaderas y en plantas de depuración de aguas residuales.
Este biogás producido, se emplea a continuación para generar electricidad, que se utiliza en la propia instalación o bien se exporta para su utilización por parte de consumidores que estén próximos a la planta.
Por su parte, en la mayor parte de las ocasiones, el calor se emplea en el propio proceso de producción del biogás. El resultado es que este sistema supone costes muy bajos en comparación con la energía que se obtiene.
Normativa
Una de las normativas más importantes relacionadas con la valorización energética es el Real Decreto 413/2014, de 6 de junio, por el que se regula la actividad de producción de energía eléctrica a partir de fuentes de energía renovables, cogeneración y residuos.
La clave es que se establece el régimen jurídico y económico que se aplica a las nuevas instalaciones de producción de electricidad a partir de cogeneración y a las que empleen como energía primaria el biogás, los residuos y la biomasa.
Básicamente, lo que viene a decir el decreto es que este tipo de instalaciones recibirá, además de la retribución derivada de la venta de energía, otra añadida en base a potencia instalada y cuyo objetivo es cubrir los costes de inversión que no puedan ser cubiertos por la venta de energía al mercado. Es lo que se denomina retribución a la inversión.
El decreto incluye también la llamada retribución a la operación, que cubre las posibles diferencias entre los costes de explotación y los ingresos por la participación en el mercado de producción.
A este régimen retributivo específico hay que añadir un incentivo a la inversión, que se aplicará en los casos en los que la instalación represente una reducción importante de los costes en los sistemas de los territorios que no sean peninsulares. En la actualidad, afecta el primer periodo regulatorio de este real decreto, que abarca hasta el 31 de diciembre de 2019.
La Ley 22/2011 de residuos es otra de las normativas de referencia para la valorización energética. Ya en el preámbulo de esta normativa se incluye este concepto como herramienta para contribuir a nivel europeo en la lucha contra el cambio climático.
En esta ley se establece una prioridad para las administraciones a la hora de promover acciones relacionadas con el tratamiento de residuos. Esta valoración ocupa el cuarto lugar en una jerarquía que es de este modo:
- Prevención.
- Preparación para la reutilización.
- Reciclado.
- Valoración, entre ellas citada expresamente la energética.
- Eliminación.
Sin embargo, esta Ley 22/2011 de residuos apunta que esta jerarquía que ella misma establece se podrá romper siempre con el objetivo de "conseguir el mejor resultado medioambiental" y aportando una justificación de este cambio. Añade que el motivo siempre debe estar relacionado con "un enfoque de ciclo de vida sobre los impactos de la generación y gestión de esos residuos, teniendo en cuenta los principios generales de precaución y sostenibilidad en el ámbito de la protección medioambiental, viabilidad técnica y económica y protección de los recursos".
En el artículo 27 de esta ley, que aborda la "Autorización de las operaciones de tratamiento de residuos.", se indica que en las operaciones que incluyan la valorización energética se tendrá que comprobar que estas se realizan con un alto nivel de eficiencia energética.
Para ello, los órganos administrativos de cada comunidad autónoma o entidad colaboradora deberán realizar las inspecciones previas pertinentes previas a la autorización de este tipo de instalaciones.
El medio ambiente exige sumo cuidado en la gestión de los residuos y la valorización energética puede contribuir enormemente a la sostenibilidad.